20 jun 2022

Intermedio

A la salida de la estación de metro de Ópera, se encuentra con su prima. Simple situación desde la que despega el primer guión de largometraje de Oscar Ladoire y del oscarizado, bastantes años más tarde, Fernando Trueba. Una comedia sencillita, famosa en su tiempo por mostrar las ibéricas pendencias de los intelectuales de la época. Fue una peli que vi siendo adolescente aun y, por primera vez, me encontré con un personaje con el que me podía identificar plenamente: Matías Marinero quiere ser escritor, y vive sus neuras, digestiones y amores, lejos de los otros dos tipos de la trama: ni es un macho máquina como su amigo León ni es un señor de los ruidillos como el jipi amigo de su prima. Vi la peli bastantes veces. De hecho, cada vez que me líaba con alguna fémina, ver Opera Prima tarde o temprano era parte del ritual.

La imagen del cartel del film me hace pensar en que no sabemos nunca qué sorpresas nos esperan, pero también pueden ser agradables.

El guión tiene fraseos que están clavados en mi memoria Rom. "Y eso del estar", "hablar es bueno para durar", "el poema de amor que le haces a la vaca", "preferiría ser Paul Newman", "la felicidad debe ser esto"... Cuando Miquel Porter, profesor de Historia del Cine, nos planteó escoger un film de entre el 75 y el 82 para recensionarlo, no tuve duda alguna. Matías, palabras, Violeta, música y bla bla y la la. Gracias a tener un nexo amigo, conocí a Ladoire en un encuentro de esos y tuve la sensación extraña de que a la vez tenía tanto por decir como por callar.

El caso es que ese juego de palabras, de la opera prima como primera obra, tiene un postre en el también primer largo de David Trueba, La Buena Vida, en que se invierten las edades pero no la relación familiar de la pareja protagonista. Aunque esa es ya otra historia...

Ópera comparte origen con operario, con obra, con obrero y con operación. Y prima lo hace con primero, con primar, con primerizo y con primordial. Las palabras dicen mucho, juntas y separadas, incluso no diciendo nada más. Supongo que podré explicarlo, pero si no fuera así, llevo ya mucha letra por ahí suelta, aunque de momento no esté todo editado y bien editado. Pero bueno, todo todo nunca se puede, ni atar ni desatar. Todo no. Hay que dejar espacios, incluso si se quiere hablar de todo un poco.

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